Jackes Lacan 

Nació el 13 de abril de 1901 en París, Francia. Estudió medicina y se especializó en psiquiatría en el Hospital Sainte-Anne en París. En 1934, poco después de defender su tesis sobre la psicosis paranoica y su relación con la personalidad, fue invitado a unirse a la Sociedad Psicoanalítica de París.En las primeras etapas de su carrera, desde 1926 a 1953, pasó de realizar un tipo de  tratamiento psiquiátrico convencional a la terapia psicoanalítica. En 1936 publicó el “estadio del espejo“, que fue la primera contribución oficial de al campo del psicoanálisis,el ensayo se refiere a los niños de 6 a 18 meses y el momento en que un bebé reconoce su propia imagen en el espejo, no viendo la imagen como un mero reflejo sino como que se percibe a sí misma como ser. Esto, según Lacan, conduce a la formación del ego y actúa como un estimulante para el desarrollo del niño.El estadio del espejo implica un estado de incomprensión para el niño, que resulta en un proceso de alienación, lo que lleva al niño a un estado imaginario. Esta teoría del estadio del espejo se desarrolló más adelante para representar el desarrollo general de la personalidad, percepciones y comportamientos de un niño.


CONTRIBUCIÓN A LA PSICOLOGÍA 


desarrolló la “Teoría de los Tres Órdenes”: lo Imaginario, lo Simbólico y lo Real. La teoría forma la columna vertebral de la subjetividad psíquica según Lacan, y toda su carrera giró en torno al desarrollo de esta teoría. En esta teoría Lacan reasigna el Yo, Superyó y Ello de Freud y los identifica según el orden simbólico, el orden imaginario y lo real.
  • El orden imaginario: Consiste en la forma en que percibimos a los demás, cómo notamos lo que quieren decir cuando se comunican con nosotros y la forma en que percibimos desde la perspectiva de otra persona. Esta idea es central para la “formación del yo” en el “estadio del espejo”.
  • El orden simbólico: Fue la segunda idea en la teoría. Describió como el orden de los símbolos, ilustraciones e imágenes, donde el individuo se forma como un sujeto. Sostuvo que el subconsciente se rige por el orden del significante en oposición a los deseos reprimidos que era una creencia común en la época.
  • Lo real: Es mucho más difícil de entender. A lo largo de la década de 1960 hasta su muerte, el real asumió cada vez mayor número de aspectos y asociaciones. es aquello que no se puede expresar por el lenguaje, lo que no se puede decir, no se puede representar. Desde la perspectiva lógica y en relación a la noción de escritura, Lacan lo referirá a “lo que no cesa de no escribirse”.
Lacan redefine la práctica del psicoanálisis cuando rechaza la denominación de “paciente”: Para quien sufre de problemas psíquicos, sosteniendo que el supuesto paciente es protagonista durante la terapia y debe adoptar un rol activo respecto a sí mismo, convirtiéndose en “analizante” de su propio pensamiento. El psicoanalista reflexiona con el analizante el discurso para que este llegue a replantearlo y realice un procesamiento de reconocimiento y verbalización de los recuerdos traumáticos que durante la dolencia se han encontrado reprimidos en lo inconsciente, quedando así curado como resultado de su propia acción, aunque en presencia transferencial.


EL ESTADIO DEL ESPEJO 

         Según  Hazard y Searle, Lacan basa su teoría en la observación de un niño en etapa inicial, quien  superado en inteligencia instrumental por el chimpancé, reconoce ya sin embargo su imagen en el espejo. La edad en cuestión va desde los seis a los dieciocho meses y Lacan observa que el reconocimiento va acompañado siempre de una expresión narcisista  de júbilo por parte del niño.  A los seis meses el niño no coordina su cuerpo lo suficiente como para dominar su postura; sin embargo, si tiene un espejo cerca puede sentir interés como para gatear o arrastrarse hasta encontrar una posición que le permita obtener del espejo lo que Lacan llama una imagen instantánea de su mismo, en efecto, ese otro que le mira tras el espejo y que le cautiva, pronto aprenderá que es él, es la imagen del yo.  La primera identificación dice, imaginaria pero que irá constituyendo el yo del ser humano.  Sin embargo, al mismo tiempo que imaginaria, esa primera identificación es en sí el lazo entre el niño y el otro que aun si fuese  él mismo está afectado por la simetría especular, condición que luego se reproducirá en los sueños; en tercer lugar, aquel que se reconoce como yo no está afectado de mis limitaciones.  Aquí según Lacan es la matriz del yo ideal; y eso jamás se alcanza, ese lugar tras el espejo en el que todo va bien solo podrá tenderse asintóticamente.

Punto ideal y todas las identificaciones que vendrán luego: cualquier otro a quien yo ame en algo, aquel a quien vea con buenos ojos, estará para mí en el lugar de la imagen alienante en la que confluyen mi ideal del yo y mi cuerpo sin fragmentar.

 En el plano literario existen  autores que han  enmarcado sus obras dentro de un plano psicológico y  siendo esta clase de textos de nuestro particular interés, haremos referencia a Peter Pan y su tragedia como ser humano que  parte del hecho de que fue el niño que no quería crecer o Lewis Carroll, el adulto que se negaba a que crecieran las niñas que como Alice Liddell, eran su devoción en el entorno de sus labores como profesor de matemáticas enla Universidad de Oxford. Psicoanálisis existencial. Al término de la empresa histórica de una sociedad por no reconocerse ya otra función sino utilitaria, y en la angustia del individuo ante la forma concentracionaria del lazo social cuyo surgimiento parece recompensar ese esfuerzo, el existencialismo se juzga por las justificaciones que da de los callejone s sin salida subjetivos que efectivamente resultan de ello: una libertad que no se afirma nunca tan auténticamente como entre los muros de una cárcel, una exigencia de compromiso en la que se expresa la impotencia de la pura conciencia para superar ninguna situación
                                             
                                              EL NIÑO SE RECONOCE EN EL ESPEJO  
Los niños antes de llegar a esta etapa suelen reaccionar con miedo o curiosidad ante el espejo, o simplemente lo ignoran. Pero cuando un niño se reconoce por primera vez en el espejo, celebra la aparición de su imagen con un gesto de alegría, de júbilo o de éxtasis. Esta fascinación es interpretada por Lacan como la identificación del niño con su imagen, la que encuentra allí por primera vez reflejada de manera completa. En vez de ver sólo partes de su cuerpo, observa por primera vez la totalidad.

Un bebé que aún no camina (la descoordinación matriz y el “cuerpo desfragmentado” van unidos en la teoría de Lacan) puede acercarse a un espejo buscando lo que el autor denomina “una imagen instantánea de sí mismo”.
Aunque el fenómeno fue estudiado con anterioridad, es Lacan quien, hacia 1935-36 apunta a las implicaciones del estadio del espejo para la formación del yo. Esta etapa del desarrollo es descrita en su ensayo “El estadio del espejo como formador de la función del yo”.

El niño se reconoce en el espejo

Los niños antes de llegar a esta etapa suelen reaccionar con miedo o curiosidad ante el espejo, o simplemente lo ignoran. Pero cuando un niño se reconoce por primera vez en el espejo, celebra la aparición de su imagen con un gesto de alegría, de júbilo o de éxtasis.
Esta fascinación es interpretada por Lacan como la identificación del niño con su imagen, la que encuentra allí por primera vez reflejada de manera completa. En vez de ver sólo partes de su cuerpo, observa por primera vez la totalidad.
Lo que el niño ha visto antes son sus manos, sus piernas, su barriga… Pero hasta reconocerse en el espejo, el niño no ha visto nunca su cara, por ejemplo, ni su cuerpo completo.
El descubrimiento que hace en el estadio del espejo es que estos fragmentos del cuerpo que no aparecían estructurados o relacionados entre sí, no constituían una unidad, ahora, con la experiencia del espejo, ya forman parte de un todo, su “yo”.
Aquel que el niño mira y reconoce, ese que le imita tan bien, y que tarde o temprano descubrirá que es él mismo, o su imagen, para hablar propiamente, ese no descoordina, no tiene cuerpo fragmentado: de ahí deriva el contento del niño.
Pero Lacan observa que el gran júbilo que el niño experimenta al reconocerse en el espejo es efímero. Se reconoce y se desconoce casi al mismo tiempo, porque aquello que reconoce no es él, sino que justamente es solo una imagen de él. Una imagen separada, que no le pertenece.Por ello el estadio del espejo implica una experiencia de división o escisión del sujeto. Esta es una razón para que Lacan más adelante distinga entre dos formas del yo: “je” y “moi”, aunque no se aclaran hasta una fase más tardía de su obra.


Un bebé que aún no camina (la descoordinación matriz y el “cuerpo desfragmentado” van unidos en la teoría de Lacan) puede acercarse a un espejo buscando lo que el autor denomina “una imagen instantánea de sí mismo”.
Aunque el fenómeno fue estudiado con anterioridad, es Lacan quien, hacia 1935-36 apunta a las implicaciones del estadio del espejo para la formación del yo. Esta etapa del desarrollo es descrita en su ensayo “El estadio del espejo como formador de la función del yo”.
Los niños antes de llegar a esta etapa suelen reaccionar con miedo o curiosidad ante el espejo, o simplemente lo ignoran. Pero cuando un niño se reconoce por primera vez en el espejo, celebra la aparición de su imagen con un gesto de alegría, de júbilo o de éxtasis.
Esta fascinación es interpretada por Lacan como la identificación del niño con su imagen, la que encuentra allí por primera vez reflejada de manera completa. En vez de ver sólo partes de su cuerpo, observa por primera vez la totalidad.
Lo que el niño ha visto antes son sus manos, sus piernas, su barriga… Pero hasta reconocerse en el espejo, el niño no ha visto nunca su cara, por ejemplo, ni su cuerpo completo.
El descubrimiento que hace en el estadio del espejo es que estos fragmentos del cuerpo que no aparecían estructurados o relacionados entre sí, no constituían una unidad, ahora, con la experiencia del espejo, ya forman parte de un todo, su “yo”.
Aquel que el niño mira y reconoce, ese que le imita tan bien, y que tarde o temprano descubrirá que es él mismo, o su imagen, para hablar propiamente, ese no descoordina, no tiene cuerpo fragmentado: de ahí deriva el contento del niño.
Pero Lacan observa que el gran júbilo que el niño experimenta al reconocerse en el espejo es efímero. Se reconoce y se desconoce casi al mismo tiempo, porque aquello que reconoce no es él, sino que justamente es solo una imagen de él. Una imagen separada, que no le pertenece.
Por ello el estadio del espejo implica una experiencia de división o escisión del sujeto. Esta es una razón para que Lacan más adelante distinga entre dos formas del yo: “je” y “moi”, aunque no se aclaran hasta una fase más tardía de su obra.





Comentarios

Entradas populares de este blog

El psicoanálisis